Es importante definir una estretegia seria, coherente y eficiente de filantropía, de la familia para la sociedad.

Lo que la familia ha recibido proviene de su esfuerzo, de su trabajo y de su convicción por mantener y perpetuar un patrimonio hacia futuras generaciones.

Pero todo lo que se recibe viene de algún lado. Los alimentos, sin bien son sembrados, cosechados, empacados, comercializados y pagamos por ellos, son en últimas un regalo de la tierra.

Creamos o no en un ser supremo, profesemos o no una religión, seamos practicantes o no de algún rito o de tradiciones, parte de lo que recibimos debemos darlo de vuelta, debemos agradecer a la fuente de esos recursos y sembrar para poder seguir cosechando.

La filantropía es un mecanismo eficiente para darle de regreso a la sociedad lo que recibimos de ella.

Desde una perspectiva facilista es sencillo afirmar que con el simple hecho de vivir en medio de una sociedad caótica y desorganizada, donde el futuro es de por si ya muy incierto y confuso, sumado al hecho de pagar injustos tributos al ingreso y la propiedad, ya estamos dando suficiente de regreso y no es necesario dar más, nada más alejando de la realidad.

Precisamente, todo lo que demos es poco para poder contribuir al avance del planeta, en su carrera por la preservación y la apertura de más plazas para las generaciones venideras, si es que no lo destruimos antes.

Una familia empresaria es mucho lo que puede aportar en términos de recursos y de conocimientos para que su ejemplo sea replicado en varias esferas en pro del crecimiento y del desarrollo.

Pero dar eficientemente no es simplemente brindar el pescado, sino enseñarlo a pescar. Dar por dar, la caridad con lástima y la donación sin propósito son asimilables a botar la plata por la caneca.

La filantropía familiar debe ser asumida como un área adicional, de igual o incluso más importancia que muchas de las áreas de tipo corporativo y organizacional de una empresa familiar.

La riqueza y el patrimonio que se acumula en cabeza de la empresa y de sus dueños debe servir para apalancar el crecimiento del negocio, para darle recursos a sus propietarios, pero tambien para ser reinvertida en la sociedad, a través de proyectos serios, bien concebidos y eficientes.

El arte de dar

Dar puede ser sinónimo de generosidad, pero una cosa es cierta dar requiere sabiduría por todo lo que dar significa.

Dar implica en primera medida ser generoso. Aceptar que algo que normalmente sería para mí, terminará en manos de otro. Pero es precisamente ahí donde dar se convierte en un arte, pues el vital que lo que yo entregue termine en las manos correctas y que sirva para un fin y  propósitos claros y contundentes.

Dar por dar, insisto es botar a la caneca. Dar bien, es sembrar para recoger.

Políticas claras a la hora de dar 

Las empresas pueden donar y obtener estímulos tributarios por hacerlo. Es un beneficio, pero si se mira exclusivamente desde ese punto de vista, no existe propósito. Estamos dando a cambio de  algo.

La filantropía debe ser vista como un proyecto con una finalidad y motivación que nacen de la entraña de la familia, de su ser, de su esencia. Si la familia lo ha venido haciendo desde décadas atrás y ha sido generosa dando, donando y contribuyendo con sentido social y propósito de impacto, lo ha hecho bien.

Pero recordemos que toda familia evoluciona, por lo tanto puede hacerlo mejor y convertirlo en una imagen fija, el latemotiv de esa obra en constante evolución que es el relato familiar.

Algo que trascendará más allá del éxito de la familia y de la empresa, algo que generará un impacto incalculable gracias a lo solido de su estructura, y a lo poderoso de su escencia.

 

Este relato está inspirado en una historia real.

Don Gustavo tiene tres hijos, el mayor de un matrimonio anterior, los otros dos con su actual esposa, doña Esperanza. Gustavo se hizo a pulso, nació de una familia de 15 hermanos en un pueblo de provincia. Desde pequeño entendió el valor del trabajo y la necesidad de estudiar para salir del atraso y forjar un mejor futuro, y así lo hizo.