El texto de la reforma pasa de mano en mano, de experto en experto y lo cierto es que nos lo están dando a conocer de a pedacitos.
Fuera las exenciones, que a decir verdad siempre han sido la vena rota del recaudo, todo lo demás merece ser analizado con lupa. El mensaje que hemos recibido es un “duro con las personas naturales!”, “gravemos a los asalariados con ingresos de más de 10 millones de pesos!” “Duro a los más ricos!” Como si esta fuera la solución, pero sobre todo el mensaje que debe ser recibido por los colombianos y por la comunidad internacional.
Si nos detenemos a analizar, lo que se está haciendo en realidad, es ir a conseguir recursos para un país que no los tiene, que no los produce, y para un país que pretende desmontar en 12 años una de sus fuentes de ingreso más importante, los hidrocarburos. Esto sin haber sustituido este renglón por otro, como por ejemplo con el turismo. El gobierno entrante piensa muy ingenuamente que esto es como soplar y hacer botellas, que se puede hacer muy fácilmente.
Sustituir unos ingresos con otros, como por ejemplo petroleo por turismo, donde no nos digamos mentiras, no tenemos la infraestructura (que también cuesta !), ni la sabiduría necesaria para ser algo siquiera similar a lo que son hoy los países que son potencia en este renglón ( y a los cuales les tomó más de 15 años convertirse, con mucha inversión, y atrayendo inversión extranjera!).
Esto no se hace de la noche a la mañana, y en nuestro caso nos falta mucho.
La competitividad de un país se mide también en la capacidad que tenga un inversionista para generar ingresos, pagar impuestos y obtener su utilidad. En esta feria de los nuevos impuestos, cero exenciones, cero estímulos, “gravemos a todo el mundo”, y “duro con el empresario”, el mensaje es un llamado claro a “invertir en Colombia no es una opción”.
Ustedes se imaginan lo que debe estar ocurriendo en las salas de juntas de las empresas extranjeras, las multinacionales y las petrolera al rededor del mundo ? “Señores, siguiente punto de la agenda, invertir en Colombia, pasemos al siguiente, revisemos esto en dos años, cuando hayan señales claras, no mensajes entre líneas”, y así, todos los días, en todos lados, incluso localmente, cuando el empresario sabe que lo único que quieren de el son sus impuestos.
Con esta cascada anunciada de impuestos y más impuestos, y “paguen más”, y “todo ponen”, el mensaje es claro : Colombia no es el país para invertir.
La Ganancia Ocasional
Como su nombre lo indica, este es un impuesto que no se paga todos los días, es de naturaleza ocasional. Se genera cuando un contribuyente obtiene una ganancia proveniente de la utilidad que genera la venta de un activo (poseído por más de dos años), una donación o una herencia.
Desde hace varios años veníamos gozando de un régimen modificado de este impuesto, donde había bajado del 33% al 10% y es indiscutible que los efectos fueron beneficiosos para el país, ya que la gente dejó de hacer maromas, esconder el precio real de la transacción y evadir impuestos, pues asumía que pagar el 10% de impuesto “ocasional” era justo.
Fue así como aumentaron las transacciones de venta de inmuebles en las cuales, además del elemental deber de hacerlo, la gente hacía la transacción por encima de la mesa, sin dejar pagos por debajo, todo por encima de la mesa. Diez por ciento de la utilidad generada en su totalidad iban para la administración de impuestos.
Lo mismo ocurría con las sucesiones, lo más ocasional en todo el sentido de la palabra, donde un heredero muchas veces no tiene como pagar el impuesto debido a que hereda en ciertos casos una porción de propiedad de un activo no comercializable, por ejemplo.
Por la misma naturaleza de ocasional que tiene recibir una herencia, aceptar una donación o hacerle un regalo a alguien, negocios jurídicos plenamente válidos y amparados por los principios de buena fe y libertad en los negocios entre particulares, no deberían ser operaciones gravadas en exceso. Aquí no se está castigando a un empresario por generar mucho dinero, o a un especulador por hacerse rico, acá se está castigando a quien vende su casa de toda la vida, a quien tiene la suerte de poder realizar un activo y generar una utilidad que le puede servir para emprender, para concretar su pensión de jubilación, para repartir unos recursos entre su familia y generar bienestar.
Aquí se está cerrando la oportunidad de que los bienes pasen de una mano a otra mano, como mecanismo de planeación patrimonial al interior de una familia, o en el marco de un proceso de tránsito generacional, procesos en los cuales lo importante es llevar a cabo los procesos con la mayor eficiencia posible para poderse concentrar en lo verdaderamente importante, seguir adelante con el negocio, como fuente generadora de riqueza, empleo e impuestos, impuestos que ahora nos quieren poner por encima de las nubes y por fuera de cualquier razonabilidad que nos haga entender porqué tenemos que pagarlos, a esas tarifas y en esas condiciones.
A manera de conclusión
Insisto que 10% de impuesto a la ganancia ocasional era una buena tarifa, razonable desde todo el punto de vista, y que de alguna manera logró una tregua entre un Estado con apetito impositivo y un grupo de ciudadanos acechados por todo tipo de impuestos (prediales, a las transacciones, al consumo, al valor agregado, al patrimonio, además de todos los impuestos indirectos, tasas y contribuciones, los peajes por las malas carreteras, para no citar sino algunos).
Se acaba entonces esta tregua y regresarán a sus bandos la Administración de Impuestos gravando a diestra y siniestra y los ciudadanos, arrinconados.